Commodities

China, mercado de maíz de formidable crecimiento

Guillermo Rossi

A lo largo de los últimos años, el maíz ha liderado el auge verificado en la producción y consumo mundial de cereales. Pese a que buena parte del despegue de la demanda se explica en el crecimiento de la industria norteamericana de los biocombustibles, no ha sido menor el impulso derivado de la espectacular trayectoria que siguió en China la utilización forrajera de granos, como resultado de la incesante expansión de su población animal.

En el gigante asiático la producción agrícola ascendió a 537 millones de toneladas durante la ya concluida campaña 2012/13; el maíz ocupó el primer lugar con casi dos quintas partes del total. En la campaña 2013/14 el forrajero logró mantener esa participación, con un nuevo incremento del área sembrada hasta abarcar unas 36 millones de hectáreas. La trilla está a punto de finalizar, estimándose que la producción superará las 210 millones tn.

En los últimos 30 años la superficie ocupada por este cultivo se duplicó, esperándose que hacia finales de esta década iguale a la de EE.UU., el país que mayor extensión de tierra destina al maíz en la actualidad. Esta proyección surge a partir del crecimiento de la actividad ganadera y la necesidad de satisfacer en forma permanente los requerimientos de la alimentación animal. La producción anual de carnes en China -incluyendo cerdos, pollos, vacas y corderos- crece a una tasa mucho más acelerada que la población, en torno al 5% anual. Sin embargo, la utilización de maíz en las raciones de alimentación se expande a ritmo aún más rápido, del 11,5% en 2011 y del 12% en 2012. En el gigante asiático se emplearon en 2012 unas 156 millones tn de maíz para producir -entre otras cosas- el 50% de la carne porcina del mundo.

Semejante aumento del área sembrada se observó en respuesta a la voluntad política de abastecer el consumo mayoritariamente a partir de los mercados domésticos, para lo cual los productores reciben estímulos consistentes en pagos directos a la hectárea, precios sostén y créditos para la adquisición de maquinaria. Aun así, persiste un bajísimo coeficiente de mecanización en el sector agropecuario, que se contempla con preocupación por su potencial de liberación de mano de obra hacia las ciudades, en el marco de un flujo migratorio interno altamente controlado.

Las autoridades del gobierno aspiran al logro de un índice de autosuficiencia del 95%, que hasta el momento se ha cumplido sin mayores sobresaltos, salvo contadas excepciones. De hecho, durante el año 2012 se logró cubrir el 98% del consumo con producción local. Sin embargo, se espera que esa proporción caiga paulatinamente hasta el 90% hacia finales de esta década, ante la creciente rigidez de la oferta y el elevado dinamismo de la demanda.

A nivel agregado, se destaca que el crecimiento de los rindes por hectárea ha sido bastante menor que el de la superficie sembrada. Predomina una resistencia a la utilización de cultivares genéticamente modificados -ej., tolerantes a sequías- en cereales destinados al consumo animal y humano, fundamentalmente desde la esfera política. En general, los productores no manifiestan oposición a la introducción de variedades transgénicas, mientras que entre los consumidores tampoco se percibe un rechazo generalizado. Sucede que la opinión pública sobre este y otros temas está muy restringida y no detenta el poder que la caracteriza en occidente.

En perspectiva de largo plazo, resulta difícil pensar que semejante consumidor podrá cerrar su brecha de suministro sin recurrir a cultivos GM, ya que comienzan a vislumbrarse fuertes limitaciones para seguir aumentando las cosechas. La eficiencia de los productores chinos es considerablemente menor que la de sus pares occidentales, observándose una marcada falta de experiencia en el manejo de sistemas productivos de mediana y gran escala.

El desafío principal del gobierno es garantizar la seguridad alimentaria, aunque el futuro se presenta plagado de amenazas. La disponibilidad de agua es escasa y está mal distribuida y la ventana de producción agrícola es muy acotada, ante la recurrencia de inviernos crudos y veranos muy calurosos. Estas características se agregan a la necesidad de alimentar al 20% de la población mundial con sólo el 9% de la tierra cultivable del planeta.

Comercio

Si bien en el pasado China supo exportar maíz en cantidades razonablemente grandes, en campañas recientes no ha mantenido una participación destacada como exportador. Entre los ciclos 1997/98 y 2006/07 sus despachos anuales promediaron nada menos que 7,5 millones tn, alcanzando un pico de 15,2 millones en la campaña 2002/03. A contramano de este pasado no tan lejano, de cara al año entrante el USDA avizora ventas externas por apenas 50.000 tn, destinadas al alicaído programa de ayuda alimentaria a Corea del Norte.

Según proyecciones del USDA, la necesidad estructural de granos forrajeros llevará a China a incrementar sus importaciones en forma constante hasta ubicarse próximas a 20 millones tn anuales en menos de diez años. De hecho, el 40% del aumento del comercio esperado para la próxima década se debe a la demanda de los sectores industriales y ganaderos de China. Muy posiblemente, este país será el mayor importador mundial del cereal durante la próxima década.

La pauta creciente de las importaciones comenzó hace algunos años y sólo se frenó ligeramente durante la última campaña, cuando los precios del maíz norteamericano perdieron competitividad tras alcanzar récords históricos. Esto obligó a China a salir en la búsqueda de otros proveedores. Cabe destacar que los precios de su mercado interno se han mantenido por encima de los u$s 360/ton desde mediados del año pasado, cotizando casi en línea con el trigo.

Nuestro país -en el podio de los mayores exportadores del cereal- encontraba históricamente grandes dificultades para acceder al mercado chino, por la predominancia que han logrado los maíces resistentes a herbicidas de distinto tipo. Por este motivo, durante los últimos años se había convertido en un gran demandante de acceso. En China está prohibida la siembra comercial de maíz genéticamente modificado y sólo se aceptan cultivos transgénicos para procesamiento industrial, con excepción del algodón.

Sin embargo, frente a la necesidad de fortalecer el intercambio comercial, a principios del año pasado se logró la aprobación de un Protocolo Fitosanitario para el comercio bilateral del cereal, suscripto entre el ministro de Agricultura Norberto Yauhar y su par de China, Zhi Shuping. Este acuerdo es mutuamente beneficioso, pues brinda enormes oportunidades para la Argentina y amplía el espectro de proveedores de China, cuyo principal origen alternativo a Estados Unidos era Ucrania. En igual sentido, un futuro no muy lejano es probable que las autoridades chinas también autoricen el ingreso del maíz brasileño.

A principios de agosto, un embarque de la empresa Bunge con 60.000 tn de maíz argentino modificado genéticamente arribó a China y superó los controles de calidad. Las gestiones efectuadas han sido altamente exitosas para los consumidores chinos, los productores argentinos, los exportadores y el Estado. En poco tiempo nuestro país podría estar colocando cerca de un millón de toneladas anuales en este mercado.

Mercado interno

El mercado interno está sujeto a un continuo monitoreo de parte de las autoridades. La acumulación de stocks está centralizada en cabeza de la China Grain Reserves Corporation (Sinograin), compañía que ofrece precios sostén para incentivar a los productores y luego organiza ventas periódicas a los consumos del interior. El maíz se utiliza casi totalmente para alimentación humana y animal, estando prohibida la instalación de plantas de biocombustible. La disponibilidad de existencias de Sinograin es secreto de Estado, aunque fuentes del mercado estiman que las mismas han caído por debajo del equivalente a tres meses de consumo.

Este sistema ha sido notablemente exitoso en asegurar el abastecimiento y estabilizar los precios, aunque es criticado por ineficiente, ya que muchas veces no hay coincidencia entre el momento en que los agricultores quieren vender y la disponibilidad de espacio físico y fondos para efectuar las compras. Además, sus debilidades logísticas son muy importantes. Según la Administración de Granos del Estado (SAG), se pierden anualmente 35 millones tn de granos -maíz, trigo y arroz- durante los procesos de almacenamiento, transporte y molienda. Las deficientes instalaciones y la falta de conocimientos técnicos sobre el manejo de los silos producen pérdidas promedio del 8% de los granos que pasan por planta, que se suman a otras 7,5 millones tn que se pierden o deterioran con el traslado.

Al margen de las reservas estatales, existen otros tres segmentos en la cadena: los inventarios de pequeños acopios, el maíz en poder de la industria y lo que queda en manos de los productores. Debido a los problemas de infraestructura, los dos primeros suelen alquilar su espacio a Sinograin a cambio de un storage fee. Desde el punto de vista comercial no es viable para las empresas y consumidores llegar directamente hasta el sector productor en la búsqueda de mercadería, ya que los volúmenes que éstos disponen son extremadamente bajos. En China existen unas 300 millones de explotaciones agropecuarias, con una población rural que excede las 650 millones de personas. Asimismo, se estima que hay unas 80.000 pequeñas empresas semilleras.

En los últimos años el precio sostén del maíz ha crecido ininterrumpidamente, acomodándose bien por encima de los valores internacionales. Durante el último período de adquisición entre diciembre y abril el Estado aseguraba 2.120 yuanes por tonelada de maíz, cifra equivalente a unos u$s 340/ton. De cara a la nueva campaña ese precio se ha incrementado hasta 2.240 yuanes por tonelada, unos u$s 370/ton. Semejante nivel de precios hace conveniente la importación, pero la misma se encuentra restringida por un sistema de cuotas que limita los permisos a 7,2 millones ton. De ese total, en la actual campaña se asignará un 60% para el Estado y el 40% restante lo capturarán empresas privadas. Las 420.000 ton estadounidenses adquiridas por China en esta semana ingresan dentro de esta última categoría. El arancel para importación por fuera de la cuota asciende al 65%. Sin embargo, durante el ciclo 2013/14, dependiendo de cómo se encuentre la demanda interna y los niveles de stock, no habría que descartar que se autoricen cantidades por encima de las cuotas previstas si los precios internacionales se juzgan competitivos.